La educación debería prestar atención al discurso visual. Enseñar la gramática visual y su sintaxis a través del arte y hacer que los niños sean concientes de que la producción humana de alta calidad es una forma de prepararlos para comprender y evaluar todo o tipo de imagen, concientizándoles sobre lo que están aprendiendo con estas imágenes.
Una currícula que integre actividades artísticas, historia del arte y análisis de los trabajos artísticos llevaria a la satisfacción de las necesidades e intereses de los niños, respetando a la misma vez los conceptos de la disciplina que va a ser aprendida, sus valores, sus estructuras y su contribución específica a la cultura.
De esta forma, estaríamos realizando un equilibrio entre las dos teorías curriculares dominantes: aquella centrada en el niño y la centrada en la disciplina. Este equilibrio curricular comenzó a ser defendido en Reino Unido por el Basic Design Movement durante os años 50, cuando Harry Thubron, Victor Pasmore, Richard Hamilton, Richard Smith, Joe Tilson y Eduardo Paolozzi desarrollaron su arte de enseñar el arte.
Ellos asociaron las actividades artísticas con la enseñanza de los principios del design y la información científica sobre la mirada, todo esto con ayuda de la tecnología. Sus alumnos estudiaban gramática visual, su sintaxis y su vocabulario, dominando elementos formales, tales como: punto, línea, espacios positivos y negativos, división de áreas, color, percepción e ilusión, signos y simulación, transformación y proyección en las imágenes producidas por los artistas y también por los medios de comunicación y publicidad.
Ellos fueron acusados de racionalismo, pero hoy, con casi setenta años de arte educación expresionista en las escuelas del mundo industrializado, llegamos a la conclusión de que la expresión "espontánea" no es suficiente para el entendimiento del arte.
Hugo Villafranco
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